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Descubren nuevas pistas sobre el mecanismo de multiplicación del virus que causa el Mal de Río Cuarto en maíz por INTA, Argentina

Pais: Argentina

Fecha: 29 de Agosto del 2023

Descubren nuevas pistas sobre el mecanismo de multiplicación del virus que causa el Mal de Río Cuarto en maíz por INTA, Argentina

Un equipo de investigación –integrado por especialistas del INTA y del Instituto Leloir– describió por primera vez la estructura de una proteína del virus que provoca el Mal de Río Cuarto en maíz y busca desentrañar su función. Un avance que contribuye a la comprensión de los mecanismos de acción de la replicación viral para diseñar estrategias biotecnológicas de manejo contra la enfermedad. La investigación fue publicada en la revista internacional mBIO.

El Mal de Río Cuarto (MRC) es la enfermedad viral más importante del maíz (Zea mays L.) en la Argentina, debido a que genera importantes pérdidas económicas, ya sea por la disminución de la producción de granos o por la reducción de la biomasa. Por esto, un equipo de investigación –integrado por especialistas del INTA y del Instituto Leloir– colaboró para estudiar la estructura y función de una proteína del virus del Mal de Río Cuarto (MRCV) con el objetivo de diseñar –a futuro– estrategias biotecnológicas antivirales. La investigación fue publicada en la revista internacional mBIO, publicada por la Sociedad Estadounidense de Microbiología.

 

Mariana del Vas –especialista en virología y biotecnología vegetal del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular del INTA– junto con su equipo de trabajo busca entender las bases moleculares, bioquímicas y celulares de la replicación viral. En particular, hace más de 10 años su grupo estableció que el MRCV se multiplica en estructuras denominadas viroplasmas o fábricas virales que se forman de manera muy temprana, luego de la infección, y están constituidas principalmente por una proteína viral denominada P9-1.

 

Ahora, mediante la articulación con un grupo de investigadores del Instituto Leloir, especializados en el análisis de proteínas, y dirigidos por el biólogo estructural Lisandro Otero, resolver la estructura tridimensional de P9-1. “Este estudio básico de un patógeno de gran interés agropecuario nos permitirá contribuir al manejo de la enfermedad desde la biotecnología”, afirmó del Vas.

 

Luego de un trabajo multidisciplinario de más de cinco años, que sumó el aporte de otros equipos de la Argentina, España y Bélgica, determinaron a escala molecular la versatilidad estructural de la proteína P9-1 y avanzaron en el estudio de sus diferentes propiedades biológicas, necesarias para cumplir su rol durante el ciclo infectivo.

 

“Logramos determinar con alta precisión la posición que ocupan en el espacio los distintos átomos que conforman a la proteína, lo que hizo posible establecer su estructura tridimensional. De esa manera, pudimos demostrar que adopta dos estados conformacionales en forma de anillo, uno constituido por el arreglo de 10 copias de la proteína (decamérico) y otro por 12 copias (dodecamérico)”, expresó Lisandro Otero, ex integrante del laboratorio de Microbiología e Inmunología que dirige Fernando Goldbaum en la Fundación Instituto Leloir y actual director del Laboratorio de Biología Estructural y Bioinformática del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (INBIAS-CONICET) de la Universidad Nacional de Río Cuarto, y del área de Biología Estructural del Centro de Rediseño e Ingeniería de Proteínas (CRIP) de la Universidad Nacional de San Martín.

 

“Pudimos resolver la estructura atómica de P9-1 y determinamos que forma complejos multiméricos, formados por 5 o 6 dímeros, con un poro central”, expresó Gabriela Llauger –bióloga y especialista en virología vegetal– quien es la autora principal del trabajo publicado en la revista.

 

En este sentido, Llauger explicó que la replicación del genoma del virus del Mal de Río Cuarto y el ensamblado de nuevas partículas virales ocurre en las fábricas virales, formadas mayoritariamente por la proteína P9-1. Este proceso es muy ordenado y requiere de energía en forma de ATP que es provista por la planta. “En este punto, determinamos que, gracias a esta estructura compleja, la proteína se une al ARN -que forma el genoma del virus- y esta unión aumenta su capacidad para utilizar el ATP de la planta y emplear la energía resultante para la multiplicación viral”, indicó.

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