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Aceites esenciales para fabricar bioplásticos antimicrobianos, ceiA3

Pais: España

Fecha: 22 de Junio del 2016

Aceites esenciales para fabricar bioplásticos antimicrobianos, ceiA3

Investigadores de la Universidad de Huelva pertenecientes al ceiA3 han añadido aceites de clavo, canela y tomillo a un material elaborado con gluten de trigo demostrando su capacidad de reducir los hongos y bacterias en envases de alimentos. El estudio abre la puerta al diseño de materiales de embalaje personalizados con propiedades adaptadas a cada producto. Los expertos indican que estos materiales biodegradables pueden alargar la vida útil de los alimentos al reducir la proliferación de hongos y bacterias que se generan durante su almacenamiento. La investigación abre la puerta al desarrollo de plásticos obtenidos a partir de recursos renovables o bioplásticos ‘a la carta’, destinados al embalaje de todo tipo de productos. Para el diseño de estos envases con actividad antimicrobiana se han necesitado dos componentes fundamentales: un polímero, en este caso, la proteína de gluten de trigo, y un biocida, es decir, una sustancia que neutraliza o disminuye el desarrollo de microrganismos nocivos para el hombre. En esta investigación, los expertos onubenses han seleccionado ocho aceites esenciales derivados de plantas aromáticas que, tradicionalmente, se usan como conservantes naturales. Por ejemplo, tomillo rojo y blanco, limón, canela, clavo, menta, romero y bergamota, un tipo de cítrico presente en algunos tés. A ellos, se suman dos principios activos extraídos de los aceites: cinamaldehído, de la canela, y carvacrol, del tomillo. "Queríamos comprobar si estas sustancias, aisladas, tenían mayor efecto que los propios aceites. El objetivo logrado era elaborar bioplásticos, cien por cien naturales, como alternativa a los plásticos derivados del petróleo. Y con un valor añadido, en concreto, con propiedades antimicrobianas que alarguen la vida útil de los productos envasados", explica la investigadora de este proyecto, Inmaculada Martínez García, de la Universidad de Huelva. Para evaluar la capacidad antimicrobiana de los aceites ante hongos y bacterias, los expertos realizaron dos estudios diferentes. En el primero, el bioplástico se puso en contacto directo con los microorganismos. "Se hace un cultivo de los diferentes microorganismos en una placa y, sobre éste, colocamos el bioplástico", continúa la investigadora. En la segunda prueba, el bioplástico se colocó sobre la tapa que cubre la placa de cultivo. De esta forma, se comprueba si se crea una atmósfera antimicrobiana sin necesidad de que el material roce el alimento. Los resultados demostraron que seis de los diez biocidas cumplían su función. De ellos, los más potentes, tanto para hongos como para bacterias, son la canela, el clavo y el tomillo blanco, además del principio activo cinamaldehído. Por el contrario, los investigadores apenas encontraron actividad en los aceites de limón y romero. Absorción de líquidos Además del estudio antimicrobiano, que se recoge en un estudio publicado en la revista Journal of the Science of Food and Agriculture, los expertos evaluaron una serie de propiedades para comparar el nuevo material con los convencionales. "Un plástico de origen natural debe cumplir los mismos requisitos de viscosidad, elasticidad o resistencia, que otro derivado del petróleo. Estas propiedades varían en función del aceite esencial que se añada en la formulación", argumenta la investigadora. Uno de los requisitos más importantes es la reducción de la capacidad de absorción de agua de estos bioplásticos. Según los investigadores, un plástico sin aceite esencial retiene hasta un 90 por ciento de líquido, cantidad que han reducido al 50-55 por ciento con los agentes biocidas. "Los polímeros basados en proteínas se caracterizan por su capacidad para absorber gran cantidad de agua. Esta cualidad es muy positiva para fabricar materiales superabsorbentes. Pero para el envasado de alimentos, hay que reducir al máximo esa habilidad. Y lo hemos conseguido, en concreto, con los dos principios activos", continúa. Los expertos también analizaron las propiedades mecánicas para conocer, por ejemplo, el peso que puede soportar una bolsa de plástico que se fabricara con estos bioplásticos. Por último, estudiaron las características reológicas (cómo se deforma y fluye la materia), que indican el comportamiento del material durante la fase de procesado. "El plástico se ha formulado con un concentrado de proteína de gluten de trigo que tiene el aspecto de un polvo; un plastificante, en este caso, glicerina, para dotar al material de flexibilidad; y el aceite biocida, en torno a un 10 por ciento en peso", señala. De la mezcla de estos elementos se obtiene una masa que se somete a un proceso para convertirse en plástico. En esta fase, denominada termoconformado, se le aplican presión y temperatura. "El estudio reológico nos dice cómo se comporta el material ante estas variables de presión y temperatura", argumenta la investigadora del proyecto, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.


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